lunes, 14 de abril de 2008

Hipocresía olímpica

El presidente Sarkozy, en un ataque de presunta dignidad, ha decidido boicotear, con su ausencia en la ceremonia inaugural, los Juegos Olímpicos de Beijing. Hipócrita, que se vaya a contarle milongas a la Bruni, a la que, por cierto, siempre imagine mejor gusto. El gesto del francés está siendo imitado por alguno de sus colegas occidentales, mientras otros lo están sopesando. Los medios, como siempre enfermos de superficialidad, discuten la conveniencia de un boicot completo, es decir, si hay que enviar o no a los deportistas.
Hoy, no hay político en occidente que no se muestre solidario con el pueblo tibetano y preocupado por la situación de los Derechos Humanos en China. Hipócritas, más que hipócritas. 50 años lleva, desde la ocupación, recorriendo el mundo el Dalai Lama reclamándoles atención y ayuda, y no ha conseguido sacarles ni un compromiso firme, solo buenas palabras y la sonrisa en la foto. Lastimosamente la causa del Tibet ha cosechado más apoyo entre los actores de Hollywood, la mayoría esnobs. Ha tenido que ser Internet, un medio todavía no sometido a control total, en concreto el famoso portal Youtube, el que difundiendo las imágenes de las revueltas en Tibet, ha colocado en primera plana la cuestión (logrando en días lo que no consiguió, o no quiso, ni el periodismo ni la diplomacia occidental en años). Sólo cuando las inequívocas escenas escandalizaban al mundo, nuestros “indignatarios” se han apresurado ha realizar las condenas más duras por este asunto desde la invasión. ¿Acaso desconocían lo que allí pasaba? O ¿nos querrán hacer creer que es el primer acto de represión en el Tibet? ¿Para qué tienen servicios de información, señor Sarkozy? ¡Oh!, perdón, olvidaba que deben estar ocupados hundiendo barcos ecologistas.
Y si lo sabían, ¿en qué pensaban cuando eligieron a Beijing sede de los juegos?
Si el presidente de Francia y los demás mandatarios del “mundo libre” tuvieran alguna intención de cambiar las cosas, la más mínima preocupación por la suerte de los tibetanos no se adornarían con gestos de cara a la galería, ni estudiarían, para dar carnaza a los medios, boicots de risa.
La presencia que debe evitarse no es la de los presidentes, sino la de las inversiones. A quién hay que retirar no es a los deportistas, sino a las empresas. Pero mientras en las narices de occidente China siga oliendo a beneficio desde las altas instancias del poder no saldrá una palabra en este sentido. ¿Quién quiere matar la gallina de los huevos de oro? Y de Tibet ¿qué? Quizá Sarkozy vaya a hacerse unas fotos en su próxima Luna de Miel.