lunes, 15 de marzo de 2010

Bálsamo de Fierabrás

Hay pocas cosas que me irriten tanto como esas frases que, por repetidas, son tomadas por ciertas, y acaban escuchándose en boca de cualquiera enunciadas como sentencias.
Estos últimos días la política nacional nos ofrece un ejemplo de estas verdades aparentemente indubitables: “No hay que subir los impuestos, sino bajar el gasto público”. Su principal valedor es Mariano Rajoy, pero, la debió inventar algún gurú de la economía mundial. Uno de esos que nos venden ahora sus fórmulas mágicas contra la crisis, y que, sin embargo, no supieron prevenirla. Los economistas que tanto parecen saber han sido incapaces de encontrar la manera de estabilizar la economía. Llevamos toda la vida siguiendo sus recetas magistrales y, no obstante, las crisis se suceden. Me parece a mi que los vaticinios de los economistas son tan fiables como las predicciones de la pitonisa Lola.
Pero esta verdad gana adeptos sin cesar propagada por los altavoces de la prensa antigubernamental. En el programa de Herrera hasta el tío que se encarga de la publicidad de ING se permite, incitado por el director, repetir la consabida fórmula. Que un asalariado de ING nos de consejos para salir de la crisis me parece doblemente indignante. Primero porque si no recuerdo mal fueron las prácticas de funanbulismo financiero de los bancos las que nos sumieron en esta crisis. (Pero no nos metamos con el Libre Mercado que es una deidad todavía más sagrada). En segundo lugar, porque, en concreto, ING necesitó una fuerte inyección de capital público para no hundirse.
De todas formas esta verdad se extiende por doquier. Hasta se reproduce en los programas del corazón. El otro día, Carmen Lomana, interrogada por una periodista sobre esta cuestión (también, a quién se le ocurre) se alineó, sin dudarlo, con las tesis de Rajoy. Aunque sus conocimientos de economía seguramente están a la altura de su pericia en el baile.
El éxito de esta frase se debe a que a nadie la gusta pagar impuestos, ni nada. (Amamos la oferta, lo gratuito). Pero, sobre todo, a que es como los estribillos de las canciones del verano: pegadiza y facilona, y casi todos acabamos tarareándolas de forma inconsciente.
Pero igual que la mayoría de los hits veraniegos esta proposición es vacía y estúpida. Nace enferma de populismo. Rajoy pretende escandalizar a los votantes proclamando que Zapatero quiere hacernos pagar la crisis y su mala gestión con los impuestos. Pero no recuerdo que dijera nada en contra de gastar nuestro dinero a espuertas para salvar la pésima gestión de las entidades financieras que provocaron la crisis.
Pero lo peor de este bálsamo de fierabrás anticrisis es su peligrosa vacuidad. Decir que hay que reducir el gasto público es muy fácil, lo difícil es decir en qué. ¿De dónde va a recortar el señor Rajoy?¿Por qué no completa la frase?¿Por qué no se atreve a decirlo? Si sigue los designios de los gurús de la economía, de los que ahora es paladín, y/o imita las políticas económicas que aplica la derecha en estos casos (y Rajoy no tiene pinta de innovador), ya sabemos quién va a pagar los platos rotos. Los de siempre. Toda la vida la misma solución que no soluciona nada: reducir las ayudas a los desempleados, recortar las coberturas sociales, dedicar menos dinero a la educación, rebajar los presupuestos de la sanidad pública, amén de otras medidas típicas, moderar (congelar) los sueldos, facilitar el despido, etc, etc...