Algunos alojarían al mismísimo diablo si sospecharan que con ello pueden sacar algún rédito económico. Por qué no van a querer instalar un cementerio nuclear en sus localidades los ayuntamientos de pueblos olvidados de la mano de dios.
Estos pueblos perdidos fían al cementerio sus posibilidades de relanzamiento económico. Ciertamente con la basura nuclear vendrán el soborno del gobierno y algunos puestos de trabajo. Pero que se desengañen si piensan que han cazado la gallina de los huevos de oro. Las ayudas se acabarán y los puestos de trabajo no serán para las gentes del pueblo, al menos en su mayoría, sólo los contratarán para los puestos no especializados y menos remunerados. Por otra parte, instalando el centro de residuos desvanecen muchas otras posibilidades de expansión económica. ¿Qué empresas querrán instalarse allí?¿Las del sector de alimentación, las de turísticas? ¿Quién comprará alimentos que vengan de la zona del cementerio?¿Quién querrá alojarse en una casa rural junto al depósito nuclear? Además, ¿piensan que así favorecen la repoblación de sus pueblos? ¿Quién irá a vivir voluntariamente al lado de los desechos nucleares?
Con otro enfoque contemplan la situación los pueblos que ya están en una zona de influencia nuclear por su proximidad a alguna central. Su expectativa de negocio es la misma pero para justificarse parecen aferrarse al popular dicho “de perdidos al río”. Ya están bajo amenaza nuclear, qué más da poner el cementerio si ya tienen al lado la maternidad nuclear. Pero esta excusa no tiene ni pies, ni cabeza. No es lo mismo tener riesgo que multiplicarlo por dos. No es lo mismo jugar a la ruleta rusa con una bala en el tambor del revolver, que con dos.
Algunos se escandalizan de que se pueda poner en riesgo la salud general por unos presuntos beneficios económicos. Pero esta es una historia muy vieja y trata de otra cosa: de pobres y ricos. ¿Cuántos pueblos ricos hay en la lista de candidatos? Salvando las distancias se repite aquí la situación de la barriada de Tondo, la más pobre de Manila, donde buena parte de sus habitantes han vendido un riñón para transplantes a cambio de llevar sustento a sus familias.
Pero, ¿hay alguna salida? Si producimos energía nuclear generaremos residuos y, por tanto, tendremos que colocarlos en algún sitio. La solución: muy fácil, evitemos las basuras nucleares desechando la energía nuclear.
Aunque también existen otras alternativas que los países nucleares ya conocen y practican habitualmente: endosar los peligrosos despojos a naciones desfavorecidas a cambio de dinero para sus mandatarios. Si se puede hacer en secreto mejor. Que les pregunten a los sufridos somalíes (si es que ese estado existe). Qué pensaron cuando, después de sufrir, también ellos, las consecuencias del terrible tsunami que azotó principalmente al sudeste asiático, descubrieron en sus playas contenedores de residuos nucleares, gentileza del rico occidente, que habían escapado de instalaciones en su país, barridas por la furia del mar.